miércoles, 3 de marzo de 2010

Aventuras en el Valle Thuron

Parte 4
Continuación.
- ¡Ostia mi caña! – dijo Javier con cara de asustado.
- ¡Moi!... Moisés mira mi caña de pescar, se hunde en lo profundo del lago.
Gritaba Javier sin saber qué hacer, pero Moisés que hacía rato que observaba tal espectáculo no paraba de reírse, tanto que se tuvo de ir de nuevo a la orilla para no ahogarse. Javier viendo que su hermano no le hacía ni caso regreso a la orilla y se sentó sobre la fina hierba, en su rostro se le podía ver que estaba muy enfadado.
Moisés se dio cuenta de que la cosa se ponía fea y prefirió no seguir riéndose de él. Moisés se hecho al suelo también y abrazo a su hermano intentando tranquilizarlo.
- Javier, estate tranquilo mañana vendremos con las gafas de buceo e intentaremos recuperar la caña.
- Sí tienes razón, pero, ¿crees que la encontraremos? Digo Javier mientras se rascaba la cabeza. – Esa caña tenía un valor para él, ya que se la había regalado su padre justo el último año que finalizo su vida.
- Pues para serte sincero nos costara mucho encontrarla, ha tenido de ser un pez enorme el que picara para arrancar la caña de esa manera. Repuso Moisés. -Dicho esto Moisés hizo una flecha en la tierra señalando hacia el lago.
- Mira esta flecha nos indicara por donde tenemos de buscar la caña, ¡Oye! ¡Qué tal si comemos un poco!- Sugirió Moisés que no paraba de mirar la mochila.
- Está bien, creo que es lo mejor que podemos hacer.
- Claro hombre, seguro que nuestra madre nos ha preparado unas tortas como solo ella sabe hacer.- Dijo Moisés que ya se había levantado de un brinco a por la mochila.
Los dos mucho más tranquilos empezaron abrir los paquetes que había en el interior de la mochila. Con tanto susto ninguno de los dos se habían percatado que estaban en cueros, Javier miro a su hermano y dijo;
- ¡Moi estamos en pelotas! ¿no crees que alguien nos puede ver?
- Que dices a esta parte del lago no suele venir nadie. –Dijo Moisés que siempre se las daba de listo.
Pero Javier hizo caso omiso, y se puso de nuevo la ropa.
Contiunará...
Paco Pintor

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