domingo, 14 de marzo de 2010

El Encuentro

Parte 7
Continuación.
Capitulo 2º
Una mano deslizaba por mi espalda, me levanté sobresaltado y me aferré a lo primero que cogí.
- Soy yo… Rosa, tranquilízate y haz el favor de bajar esa silla que solo te estaba despertando.
- Lo siento Rosa.-murmuré.
- He pasado tanto tiempo solo que no me hecho la idea de que estoy acompañado… por una hermosa joven.-Hice un guiño al mismo tiempo que soltaba la silla, Rosa no pudo evitar que se le sonrojaran les mejillas y se le escapara una leve sonrisa.
- Bueno, pues hazte la idea de que ya no estás solo, no me gustaría que en uno de tus sobresaltos me llevara un silletazo.- dicho esto, los dos no pudimos contenernos y soltamos una tremenda carcajada.
Pese a ser casi las seis de la madrugada, todavía era de noche así que Rosa se dispuso a preparar un café. No sabíamos cuánto tiempo nos llevaría llegar al Turó, y un café no nos sentaría nada mal.
Una vez habíamos desayunado, empezamos a bajar las cosas para el viaje, lo que más nos costó fueron las bicicletas. Ya en la calle, nos dirigimos hacia las ramblas, la idea era ir por calles más anchas hasta llegar a las rondas y así poder llegar a la Nacional 2. Después de sortear unos cuantos cadáveres que todavía estaban en fase de descomposición, llegamos a las ramblas. Empezaba a amanecer y las calles que en antaño albergaba color y alegría se desvanecían paso a paso. Tiendas saqueadas en cada esquina, las sombras de la muerte se hacían visibles. Esperaba que el paseo marítimo con sus esplendidas palmeras nos hiciera sentir un poco mejor, pero el panorama al llegar era desolador parecía como si un terremoto hubiera pasado por el paseo. Las palmeras estaban caídas, el virus había sido mortal para los humanos pero el cambio climático lo estaba siendo para la Tierra; vientos huracanados, tormentas infernales y demás catástrofes nos estaban sacudiendo este duro invierno.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Aventuras en el Valle Thuron

Parte 4
Continuación.
- ¡Ostia mi caña! – dijo Javier con cara de asustado.
- ¡Moi!... Moisés mira mi caña de pescar, se hunde en lo profundo del lago.
Gritaba Javier sin saber qué hacer, pero Moisés que hacía rato que observaba tal espectáculo no paraba de reírse, tanto que se tuvo de ir de nuevo a la orilla para no ahogarse. Javier viendo que su hermano no le hacía ni caso regreso a la orilla y se sentó sobre la fina hierba, en su rostro se le podía ver que estaba muy enfadado.
Moisés se dio cuenta de que la cosa se ponía fea y prefirió no seguir riéndose de él. Moisés se hecho al suelo también y abrazo a su hermano intentando tranquilizarlo.
- Javier, estate tranquilo mañana vendremos con las gafas de buceo e intentaremos recuperar la caña.
- Sí tienes razón, pero, ¿crees que la encontraremos? Digo Javier mientras se rascaba la cabeza. – Esa caña tenía un valor para él, ya que se la había regalado su padre justo el último año que finalizo su vida.
- Pues para serte sincero nos costara mucho encontrarla, ha tenido de ser un pez enorme el que picara para arrancar la caña de esa manera. Repuso Moisés. -Dicho esto Moisés hizo una flecha en la tierra señalando hacia el lago.
- Mira esta flecha nos indicara por donde tenemos de buscar la caña, ¡Oye! ¡Qué tal si comemos un poco!- Sugirió Moisés que no paraba de mirar la mochila.
- Está bien, creo que es lo mejor que podemos hacer.
- Claro hombre, seguro que nuestra madre nos ha preparado unas tortas como solo ella sabe hacer.- Dijo Moisés que ya se había levantado de un brinco a por la mochila.
Los dos mucho más tranquilos empezaron abrir los paquetes que había en el interior de la mochila. Con tanto susto ninguno de los dos se habían percatado que estaban en cueros, Javier miro a su hermano y dijo;
- ¡Moi estamos en pelotas! ¿no crees que alguien nos puede ver?
- Que dices a esta parte del lago no suele venir nadie. –Dijo Moisés que siempre se las daba de listo.
Pero Javier hizo caso omiso, y se puso de nuevo la ropa.
Contiunará...
Paco Pintor